lunes, 24 de octubre de 2011

El viaje en auto

(Final)

Ha pasado una semana desde que tomamos la decisión de quedarnos y enfrentar esta situación como una familia unida. Todo es un misterio fuera de aquí, pues el silencio ha invadido la ciudad. Durante el día es poco el movimiento que se ve en la cerrada pero en la noche nadie sale a la calle. Los únicos que se ven por ahí son los perros callejeros.

   Las mujeres están desesperadas, el miedo es una constante en sus rostros; pero el resolver esta situación no está en nuestras manos. Dos tíos y yo, hemos decidido ir a la casa de uno de ellos para buscar ropa limpia, medicinas y comida enlatada. Salimos y tomamos el único auto con el que contamos. Es evidente el temor en la cara de mis primos, mis sobrinos y mis tías al vernos partir. Tomamos la avenida principal y notamos que no hay ningún carro siguiéndonos o delante de nosotros. Es sorprendente ver una avenida que antes era tan concurrida, ahora abandonada, por el típico trafico de la ciudad. Circulando frente a la zona bancaria nos damos cuenta de que los bancos fueron saqueados, porque tienen las ventanas rotas, grafos en la pared y la puerta principal está destruida. Avanzamos y se aprecia la ausencia de autoridades. Pasamos frente a un supermercado y vemos a gente salir con carritos repletos de mercancía. Al ver esto decidimos aprovechar la oportunidad y mi tío estacionó el auto dos cuadras adelante. Mientras él nos espera entramos a la tienda, todo el mundo nos miraba con sospecha, como nosotros a ellos, pero no se detiene, todos tienen prisa por huir. Tomamos un carrito y nos dirigimos al área de comida donde está la mayoría de la gente. Llevamos todos los productos que pudimos: frijoles, mermelada, sardinas, atún, cereal, leche, aceite, agua y un poco más. Esta decisión fue porque no saldríamos de nuevo en muchos días, decidimos llevar medicinas, vendas y suero. Salimos con el carrito lleno de lo necesario y algo más.
Llegamos con mi tío cuando su paciencia casi se acababa; cargamos las cajas, afortunadamente mis tíos se habían encargado de colocarlas en la cajuela del auto, y emprendimos de nuevo el viaje. Minutos después, entramos a la calle donde vive mi tío y nos dimos cuenta que la situación no era diferente. Nos estacionamos frente a su casa, bajamos del auto y entramos en la casa. Mi tío subió a las recámaras y nosotros fuimos directo a la cocina para revisar la alacena. No encontramos mucho, solo unas latas, chocolate y café. Seguimos revisando y se escuchó un ruido que provenía de arriba. No sabíamos qué era, así que subimos lo más rápido que pudimos y encontramos a mi tío en el suelo. Se escuchó un vidrio quebrarse en una de las habitaciones. Corrimos y solo alcanzamos a ver a alguien que saltó por la ventana para huir, y así fue. Regresamos a ver a mi tío que ya se estaba levantando y nos dijo que cuando entró a la habitación el ladrón sacaba todo lo que encontraba en las cajoneras donde guarda su ropa. 

Se nos ha hecho tarde y empieza a anochecer. Las calles no son seguras de noche, y tememos que algo nos pueda pasar en el camino, así que decidimos quedarnos e irnos al amanecer. Mi tío metió el carro en el patio; aseguramos las puertas y ponemos tablas en la ventana rota. Sacamos las cajas del carro y las llevamos a la recámara. Dormiremos y nos iremos mañana así, el viaje resultara mas seguro.

1 comentario:

  1. José Carlos, en general está bien pero hay algunos problemas. Cuide los detalles. Aún se escapan cuestiones de ortografía. ¡Hay un encabalgamiento al mero final! El problema mayor tiene que ver con los tiempos verbales. Usted brincotea en el tiempo. Debe escoger en qué tiempo quiere narrar, y mantenerlo para ese nivel narrativo. Relativo a este, hay un pasado y un futuro. Pero el tiempo de lo que transcurre momento a momento o es el pasado o es el presente. No puede uno saltar entre los dos libremente.

    ResponderEliminar