domingo, 6 de noviembre de 2011

Un confuso despertar

(Final))

Abro con dificultad los ojos, todavía con un dolor en la cabeza. Siento algo raro en la cabeza, es una venda. No sé que paso después de que caí en el asiento del carro ni que ocurrió en el trayecto o a que hora llegamos. Me levanto y camino hacia el espejo que está al pie de la cama. Miro el vendaje que me pusieron y me parece exagerado pero no digo nada. Mientras estoy mirándome en el espejo oigo ruidos en la cocina, caminó hacia allá y me doy cuenta de que acaban de servir la mesa y todos comen con ansias. Todos se sorprenden al verme entrar en la cocina, y me parece broma pero como un coro preguntan si estoy bien. Yo les respondo que sí, que no hay problema, sin embargo, nadie me cree. Me siento al lado de mi sobrino, el cual insiste con la misma pregunta, y yo le respondo que no se preocupé por mí. Me sirven un plato con frijoles y arroz, me dan una cuchara y empiezo a comer. Me levanto para servirme un vaso de agua pero sorprendentemente tambaleó al dar un par de pasos y todos se levantan rápidamente para ayudarme, me regresan a mi silla y mi tío me pregunta si me quiero recostar, pero yo le respondo que no pues me siento bien y que solo necesito agua, siento mucha sed. Acabamos de comer, afuera está anocheciendo y un primo intenta encender la luz y nos damos cuenta de que otra vez no hay. Es complicado movernos en la oscuridad, así que, prendemos varias velas y las colocamos en lugares donde podrían ser de más provecho, un par en la sala, otro en el comedor, uno más en el baño y un par más en cada recámara.
   Me lleva mi tía al baño y me cambia la venda, primero me lava la herida con agua y con jabón y después con alcohol, esto último es doloroso pero necesario para evitar una infección. Al terminar nos dirigimos a la sala ahí están todos. Yo les comento a mis familiares que no se cuanto tiempo dormí y uno de mis tíos me contesta que dormí todo un día y que necesitó descansar para recuperarme. Me llevan a la cama y salen de la recámara. No me gusta estar aquí porque el tiempo se va muy lento y yo me la paso acostado boca arriba tratando de dormir sin éxito. Estoy a punto de cerrar los ojos cuando un ruido fuerte me despierta, oigo como todos empiezan a correr y las mujeres gritan desesperadas que se alejen de las ventanas. Mi madre abre la puerta y me grita que no me asome, preguntó que es lo que pasa, pero ella solo me dice que no me levante. Le digo que está bien pero que ya no me grité o me diga que pasa. Lo que se oyen son varias detonaciones en la calle, una tras otra, sin parar. Un vidrio se revienta y todos gritamos, ya que estamos a oscuras y no sabemos si correr o quedarnos quietos. El ruido se deja de oír y todos permanecemos quietos. Después de unos minutos todos empiezan a moverse y se preguntan si los demás están bien. Nadie está herido pero todos estamos asustados. No sabemos que está pasando en la calle, por el momento decidimos no salir a averiguar.

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