miércoles, 16 de noviembre de 2011

La situación empeora

Se oyen las varias voces en la calle, todas son de hombre pero sobresale una sobre las demás. Es una voz muy gruesa que ordena que se aseguren de que no hay nadie en la calle y de que nadie los ha visto. Se oyen a varios hombres correr, después de unos minutos dejan de buscar, pues no han encontrado a alguien y se han asegurado revisando incluso los autos estacionados afuera de las casas. La voz gruesa da la orden de recoger el cuerpo de aquel hombre y a echar agua sobre el charco de sangre para que esta se disuelva.

 Por el ruido de los hombres moviéndose nosotros suponemos que lo obedecen al momento. Se oye la puerta de un carro cerrándose, enseguida este enciende y los hombres empiezan a gritarse entre si para dejarle el paso libre. Se oye otra vez aquella voz dando órdenes pero esta vez no distingo lo que dice por el ruido del motor del carro en el que seguramente va aquel hombre. El carro acelera, se aleja rápidamente y después y tenso silencio se hace presente en la casa. No sabemos que hacer, pues sabemos que han matado a un hombre pero el miedo que nos invade es tan grande que nos ha dejado mirándonos unos a otros, mudos, sorprendidos y en una oscuridad de la que ahora no queremos salir.

 Las mujeres están muy asustadas y sollozan mientras nosotros seguimos sin movernos hasta que mi abuelita, no se porque lo ha hecho, se levanta e intenta calmarnos. Es sorprendente que justo ella sea quien esté intentado algo, que en esté momento parece muy difícil. Por fin un tío es el primero en moverse, y aunque todos le dicen que no haga nada, el sube a la azotea. No se que intenta hacer pero yo no lo haría, la casa esta justo a media cuadra, y cualquiera que se asomara seria visto desde cualquier lado de la calle. Procurando no hacer ruido baja las escaleras, que por cierto son de un tipo de metal que hace mucho ruido, y camina hasta donde está la sala. Se sienta y nos dice que hay militares vigilando la calle, asegurándose de que nadie salga a asomarse. Nos dice que voltean constantemente a  ver las ventanas de las casas y que son como mínimo diez hombres, no se pudo asegurar porque no podía asomarse con libertad.

Ahora estamos todavía más espantados, pues la situación ha cambiado y se ha complicado de una manera para la que no estamos preparados. Teníamos pensado ir en busca de comida a la calle, antes de que esta empezara a escasear pero dadas las circunstancias será imposible hacerlo. No sabemos cuanto tiempo vigilen de ese modo la calle pero mientras eso no cambie tendremos que quedarnos aquí, en silencio y esperando a que las armas de esos hombres no apunten hacia nuestra casa.

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